dissabte, 6 d’agost del 2011
Elige la vida, elige un empleo, elige una carrera, elige una familia, elige un televisor grande que te cagas, elige lavadoras, lavavajillas, coches, equipos de música y aspiradoras de diseño. Elige las cosas con poca sal, colesterol bajo y seguros dentales; elige pagara una hipoteca a interés fijo y un piso piloto. Elige ropa deportiva, un bolso con maletas a juego, elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de tejidos, elige el bricolaje y pregúntate quien eres cada domingo por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de comida basura. Elige pudrirte cuando seas viejo, meándote encima en un asilo miserable en el que nadie te hace ni puto caso, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo a los que has criado para reemplazarte, elige tu futuro, elige la vida. Pero, pensándolo mejor, ¿por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida, yo elegí otra cosa. ¿Las razones? ¡No hay razones! ¿Quién necesita razones cuando existe la heroína?
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