diumenge, 30 d’octubre del 2011

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 Ya he vuelto para reconciliarme contigo, a decirte que lo siento, a pedirte que me perdones. Necesito tu perdón para llegar al Nirvana, de verdad. No sé como he llegdo a este punto tan extremo, ¿Qué digo extremo? ¡Extremísimo! Repito, no sé como he llegado al punto en el que si no te tengo no sé que tengo; si no soy contigo no soy nada. Que si me cuelgas yo le cuelgo a todo el mundo y después me quedo yo colgada, porque yo no te vendré a decir que no soy nada sin ti, tengo dignidad y no estoy aquí para perderla por ti. Porque si yo soy algo, ese algo es orgullosa; y nadie me lo va a quitar. Si me quieres de verdad, me quieres con todos y cada uno de mis fallos técnicos o no técnicos. Los fallos más tontos o las jodidas de esas tan grandes que suelo hacer. Si soy algo más, ese algo soy torpe; pero dejar caer las cosas que sostengo forma parte de mi encanto. Pero hay una cosa que no dejaré caer por nada del mundo, estoy aferrada a esa cosa; y si caigo yo caigo con ella. Nadie podrá quitármelo de las manos, la tengo pegada; sea por buena o por mala suerte. ¿Sabes que es esa cosa? Mi dignidad. Sí eso es; no dejaré que me la arrebates. ¿Que me quieres? Dímelo tú primero, y ya veré si te respondo algún día. ¿Que no me quieres? Por mucho que me duela no te diré que yo sí. ¿Que te quieres ir? Pues no te pediré que me lleves contigo. Porque si algo soy, ese algo es orgullosa. ¿Te lo había dicho alguna vez? Aunque a lo mejor este algo me lleva a comportarme como una niñata estirada algunas veces; alguien que no se conforma con lo que le dan en el plato y sale ella misma a cazarlo. Y sí, quiero tu cabeza en este plato.

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