dimecres, 19 d’octubre del 2011

 Y después de mucho tiempo fuera, decides volver. Y lo haces pensando que te estarán esperando en el andén con pancartas de colores y muchísimos besos y abrazos para darte. Durante el viaje intentas ir deprisa, no quieres hacerlos esperar ni un minuto más, pero a medida que vas avanzando ves que el andén está desierto, no hay pancartas ni besos ni abrazos. Que cuando bajas del tren, recuerdas que te dijeron que no te esperarían y es cuando decides esperarlos tú a ellos. Y te quedas sola, sentada en el banco, mirando como un calabobos te moja gota a gota y desesperada por recuperar lo que dejaste atrás en el pasado, pensando que sería lo mejor para tu futuro. Pero en el pasado futuro, es decir, en el presente, te das cuenta de que no deberías haber optado el seguir adelante soltando la maleta. Que empezar sola, a partir de cero, en un lugar nuevo, fue un error e intentas volver atrás y recuperar todo lo perdido, pero cuando llegas te das cuenta de que llegas tarde, que perdiste todo lo bueno que poseías y que ahora estás completamente sola y tu única compañía es la maleta en la que guardas los recuerdos de tu último viaje, una maleta que no piensas abrir para no perder lo único que posees, por muy malo que sea. Y es que te aterra el volver a empezar de nuevo, era lo que más habías deseado y ahora es lo peor que te puede volver a pasar, porque sabes a qué te enfrentas y ves que no puedes vencer. Que por mucho que digas, sola no haces nada. Así que, amiga, más te vale conservar lo que tienes.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada