diumenge, 5 d’agost del 2012

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Están los que siguen luchando cuando todo luce perdido, como si cada vez fuera la última vez convencidos de que la vida misma es un desafío.
Sufren pero no se quejan, porque saben que el dolor pasa, el sudor se seca y el cansancio se termina; pero hay algo que nunca desaparecerá: la satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos y en sus venas corre la misma cantidad de sangre. La diferencia está en su espíritu, en la decisión de alcanzar la cima. Una cima a la que no se llega superando a los demás, sino a uno mismo.

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