dijous, 21 de febrer del 2013



 Soy demasiado profunda. La verdad no está siempre dentro de un pozo. En realidad, en cuanto a lo que más importa conocer, yo creo que es invariablemente superficial. La profundidad está en los valles en los que la buscamos,pero no en la cima de la montaña desde donde la descubrimos. Las variedades y orígenes de esta especie de error, tienen un buen ejemplo en la contemplación de los cuerpos celestes.

 Mirar una estrella por ojeadas es contemplar la estrella indistintamente. Es obtener la mejor apreciación de su brillo, un brillo que se va oscureciendo a medida que vamos volviendo nuestra visión de lleno hacia ella.

 En realidad, caen en los ojos mayor número de rayos en el último caso, pero en el primero se obtiene una receptibilidad más afinada. Con una profundidad indebida, abrollamos y debilitamos el pensamiento; y podemos hasta lograr que Venus se desvanezca del cielo por
una mirada escrutadora demasiado sostenida, demasiado concentrada, o demasiado directa.

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