dimecres, 13 de març del 2013

cinque

 Un día despiertas, y te das cuenta de que algo ha cambiado tu vida. Puede que... sí, puede que ese algo pueda substituirse por un alguien.

¿Enamorada? No lo sé, es posible. ¿Estar enamorada es ser capaz de pensar en otras cosas, pero sentir que permanece siempre en ti? No, no siento mariposas en el estómago cuando lo veo, he de reconocerlo; pero sí siento otras emociones.

 Y de la misma manera siento que, joder, mi vida pende de un hilo, y tú eres quien me sujeta de la mano. Eres mi cinturón de seguridad, mi airbag, el carnet de conducir que me da el permiso necesario para transitar por la vida con máximo descontrol. Y es que eres tú el que me ha enseñado que la perfección no es siempre el control, también se trata de saber cuándo dejarlo de lado.

 Un día dijiste que yo era tu oxígeno. Yo hoy te digo que eres el Sol, la Luna, la Tierra, mi cuerpo, mis huesos y músculos... eres yo. Eres un 0'1% de mí, pero un cero coma un por ciento sin el cual no podría vivir. Eres esa parte tan sumamente pequeña, y tan enorme a la vez; imprescindible pero discreto.

 Hasta que llegue la fecha en que la magia se pierda. Algunos locos hablan de amor eterno, otros del amor trienal e incluso algunos se atreven a decir que ninguna clase de amor existe. Yo he decidido dejarme llevar. ¿Quién sabe si nos queda poco más de esta semana? ¿Quién es capaz de garantizarnos un final feliz? Pero todo eso, ahora mismo, no importa; me da igual. Esta es la mierda que finaliza historias, y ahora es demasiado pronto para su llegada.

 Antes agradecía al mundo el hecho de mantenerme viva, hoy he de agradecértelo a ti. Me has cambiado, has hecho que la que no era capaz de amar a nadie más que a si misma sea capaz de dar la vida por hacerte feliz. Y créeme, colega, cuando te digo que éste es el reto más grande que podrías haberte planteado nunca.

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