dijous, 22 de setembre del 2011

 Con mis pequeñas palabras canturreando estribillos imposibles en las mañanas de principios de otro año, y de la nebulosa haciendo de las suyas con mi cabeza; todo mezclado con whisky coca-cola y hielos. Hay quien llama resaca a las corrientes de agua que parten salvajes mar adentro y hay quien vomita en la taza del water al despertarse con la boca seca y los sueños húmedos.
A veces, follar no es así de simple.
 Con estas deshilachadas casualidades de sentirme en la parte izquierda de un libro de literatura de segundo de ESO, y un profesor en la pizarra luchando contra su propio fantasma de la rutina que supone enseñar siempre lo mismo, y la vida que da enseñarlo cada vez a distinta gente.
En presente, joder es un verbo ambiguo.
Con mi silencio, tímido y pesado, en el bolsillo donde también guardo la ropa sucia y el mapa de aquel paraíso olvidado, olvidado en aquel paraíso; con la imagen proyectada sobre una pared que yo llamo infancia y otros ya ni se acuerdan. Así, dando coletazos y haciendo un hey! en estéreo, anamorfico, 4:4:4 y todos gritan: ¡acción!
Y yo: ¿Dónde?
Y nadie nadie nadie se ríe de sus propias tonterías
Y pienso: "El artista" hace lo que hace para él. Si no lloras lo que escribes, ¿por qué lo haces?
 ¿Por qué un payaso no puede reírse de sus propios chistes?
Y de opinión, otra vez, me cambio.
Y le diría a Morfeo:
Puedes ofrecerme esa puta pastilla otro día?
Y te diría: otro día, lo prometo, te amo.

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