Te pilla la tarde en tu cuarto otra vez, suena el teléfono y no sabes por qué. ¿Quíen será? Hay cervezas vacías y un cenicero lleno en tu habitación. Seguro que tú ahora también estás solo, tirado en la cama y sin saber qué hacer. No sé cómo empezó al discusión ni a quien le toca pedir perdón ahora. Mientras me aburro escuchando por la radio una canción, miro nuestras fotos y me siento peor. No sé que ha podido pasar, lo que estaba bien ahora está fatal.
Y creo que muero si no siento el roce de tu cuerpo.
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