dissabte, 3 de març del 2012

Estás sentada en el sofá, tu padre está al lado, en el otro cojín y tu perro a tus pies, tumbado sobre su manta naranja a juego con su camita. La tele está encendida, mi padre la mira, un partido de liga no muy importante, Sevilla - Atlético de Madrid. Y yo lo veo, lo veo pero no lo miro. Tengo la mirada perdida, apunta hacia ese mar de colores verdes, blancos y algún rojo de la camiseta de los madrileños, pero no estás atenta. No lo miras, no te gusta, de hecho lo odias, odias el fútbol. "¡Qué deporte tan aburrido!" piensas, "Hacer goles es demasiado difícil, el balonmano es muchísimo mejor", y recuerdas tus momentos de gloria. Los gritos de tu madre inconfundibles "¡Esa es mi hijaaaa!" Te encantaba. ¡Eso sí que era vivir, y no estar sentada en un sofá, con la mirada perdida mientras tus dedos acarician agradablemente un teclado y tu mente viaja a un mundo paralelo.


 Y ese es el problema, el problema eterno de este nuestro planeta, del universo. Existimos, pero no vivimos. Nos limitamos a respirar y transportarnos de un segundo a otro. Nos aterra tomar decisiones, arriesgarnos, la adrenalina, la imperfección, ser humano, ser nosotros mismos. Hazme caso, a partir de ahora disfruta el momento y no pierdas ni un segundo más, ya has perdido demasiados y esos no los podrás recuperar en la vida, intenta compensarlo viviendo al máximo.

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